jueves, 31 de mayo de 2012

Tú.

Recuerdo los días de verano. La sal pegada a mi piel, sudados, casi derretidos encima de las sábanas.
Mis piernas enredadas en tu torso. Mis labios pegados en tu pecho. Recuerdo los días de verano en los que me dejabas enredarme a ti.

Recuerdo los desayunos y las montañas de colacao. Recuerdo tu pijama gigante de rayas, lo mal que me quedaba y lo mucho que me gustaba ponérmelo. El despertarnos a las diez de la mañana, hacer el amor una y otra vez, que se nos haga de noche. Y gritar...

Recuerdo los días desbordándose sin ti, los billetes de avión. Recuerdo saltar a tus brazos al aterrizar. Pero también los abrazos con velcro antes de despegar y miradas tan profundas que eran capaces de arañar en el alma.

Recuerdo y no quiero olvidar nunca los baños en tu bañera diminuta, con música de Facto de la fe y filosofear sobre el sentido del mundo. Ahora lo pienso y sonrío, cuando nos cronometrábamos los masajes, no me regalabas ni un segundo de más, y te odiaba por ello. Ahora moriría por masajearte de por vida.
Que hueles a leche condensada. Y a vainilla después de hacer el amor.


Recuerdo cuantísimo te he odiado por dolerme, y cuantísimo te quiero.


Que fácil sería si pudiera arrancarte, pero no quiero.





miércoles, 23 de mayo de 2012

Parte 1. El cementerio está lleno de valientes.

Había corrido los riesgos, afrontando espigas con coraza de papel albal y había perdido, y es que ya se lo dijeron hace poco, cuando ella se sentía con fuerza y libre, que el cementerio estaba lleno de valientes.

Absorta en su mundo, escribiendo en su cuarto sin más, como rutinariamente nunca hacía. Se había mudado hace un año y aún no sentía ese lugar como suyo propio. Algunas de sus pertenecias seguían apelotonadas en las maletas, no había querido asentarse, no quería instalarse, se sentía extraña, no encajaba en ningún lugar y por supuesto con ninguna persona. Pero en el fondo ella lo sabía, el problema residía en sus zapatos, en sus plantas de los pies.

No se trataba de ellos, de todos los ellos que habían pasado por sus sábanas, ni se trataba de ellas, con las que los cafés ingleses parecían de película: pastas, chocolate y conversaciones livianas. Demasiados yo, y los intereses hacia el prójimo brillaban por su ausencia.
Todo a su alrededor parecía tener un rítmo lineal, y ella lo seguía a tropezones. No le parecía mal, no le parecía bien, ella sólo lo seguía.
Había días en los que aguantaba la respiración y se concentraba en que llegara la noche y dormir - Un día menos!- Se decía aliviada. Dormir y dormir. Quería despertar a la vida en sueños.
Otros días ella tan sólo se deslizaba. No pensaba, no quería pensar, se sentía molinillo de viento, dejándose llevar por las voraces corrientes en este mundo hostil, y cuando alguna de sus neuronas de cristal viajaba más allá de los límites, ella se engañaba a si misma y le contaba a todas las demás que fluía, que ella sólo se sentía corriente de agua, y que ningún oceano rechaza a un río que corra su curso, y era entonces cuando el resto de las neuronas se miraban complacidas las unas a las otras y seguían el ritmo prescrito, siempre dentro de los límites establecidos.
Pero ella en el fondo lo sabía, que sólo ella podía cambiar el destino de sus pasos hacia la dirección que ansiaba por dentro.
Pero no quería volver a correr riesgos.

Escribía ensimismada, ventanas abiertas de par en par, la Luna Creciente entrando fuerte con la brisa de verano, las velas, el incienso... el ritual estaba causando el efecto buscado, el texto empezaba a tomar forma...
Sin más un grito punzante la hizo saltar de golpe desde sus escritos hasta el mundo real, quedó petrificada.
El grito cada vez se volvía más agudo, más penetrante, era un grito de verdadero dolor, de sufrimiento como nunca habia imaginado que podría existir. No podía diferenciar si era humano o animal, a fuera de su ventana sólo había frondoso bosque inmaculado, se acercó a la ventana con el corazón casi ahogado, le dolía el pecho por tantísimo dolor.  Su cerebro fue apuñalado por miles de imágenes de los posibles orígenes de tal tortura; Y entonces con las manos apoyadas en el marco de la ventana, dolida y aturdida, intentó buscar el grito que seguía emanando desde alguna parte.
Duró unos 3 minutos, casi cuatro, y el dolor atravesaba la línea de la desperación. Poco a poco cesó y quedó apagado sin más bajo los colores pálido-rosáceos de la Luna aquella noche.

Athenea casi había desaparicido en si misma, había quedado plasmada, apoyaba la cabeza al marco de la ventana, los ojos como platos y la cara desencajada, y las lágrimas comenzaban a deslizarse mejilla abajo...

Había viajado en el tiempo, ya no estaba allí en aquella casita acojedora en el Norte de Inglaterra....


Continúa...

Chris.


martes, 1 de mayo de 2012

el día que te escribiría...

No creas que me he olvidado. Me sigues doliendo como el primer día.
Siempre me gustó tu energía y que estuvieras cerca. Ya sabes que para mi eres casi humana.

Y es que a veces me creo que estás cerca, sigo cerrando las puertas y ventanas para evitar que te vayas, sigo manteniendo ese instinto protector aún y cuando ya te has ido. Y escucho ruidos y creo que vienes, cargada de ti, con esa mirada de almendra que transformaba todo, y es que yo te sentía casi humana.
Has estado siempre, hemos crecido juntas, lo has visto todo de mi: mi evolución, mis cambios, mi caos destructivo y mi paz interior, y no se que pensarías; pero espero que lo sintieses. Seguro que sí, que lo sentías... por qué el amor no tiene formas ni banderas... Y cuando se expande alcanza razas, límites, e incluso kilometros... y es por eso que se que me puedes sentir...
Acepto tu decisión... Aunque duela, se que lo hiciste porque ya no te sentías en casa, siento muchísimo no haberte llevado conmigo... pero nunca te he sacado de mis planes...

Siento muchísimo no haberte escrito antes, he obviado el tema, no quiero que me pregunten, incluso he bloquedo mis recuerdos, y cuando emergen los empujo lejos, no puedo permitirme acordarme, dueles demasiado.

Si alguna vez decides volver, estaré esperando...
Estoy segura de que en algún punto del infinito volveremos a encontrarnos... hasta entonces, cuidate muchísimo....