viernes, 21 de octubre de 2011

Magia en mi pelo.

Sístoles y diástoles golpean en mi garganta. He comenzado y ya no puedo dejar de buscar magia en mi pelo. La vida ha pasado a ser una película rodada a cámara lenta, con imágenes dignas de cualquier guión francés, saturadas de ocres, amarillos tostados y trompetas cantando “la vie en rose”.
Respecto a mi nada ha cambiado, la luna sigue instalada en mi cerebro y los sugus se siguen amontonando en mis bolsillos. No se trata de mi, si no del aire. ¿donde se fue el aire?
Flotan mis yemas de los dedos en el espacio exterior. Aún no se si estoy en Marte o en alguna estrella lejana. Pero se donde no estoy. No estoy en casa. Por eso no hay magia en mi pelo.
Levitando y cazando colisiones de estrellas, todas viajan y colisionan unas con otras, todas brillan pero ninguna permanece. Brillan y desaparecen. Ninguna se queda. Y yo me siento flotando en CO2. No podría haber tenido una muerte más dulce.

Necesito pisar tierra firme. No puedo soportar seguir volando. Crash...Crujen mis articulaciones, y si abro los ojos, la luz me quema. Carraspean mis cuerdas vocales. Y se rompe mi capsula espacial. El viaje comienza hoy. Basta de flotar.

Comienzan a arrastrarse mis dedos por los poros de mi piel. Sentir.
Comienza a entrar el aire que tanto me faltaba en mis pulmones. Respirar.
Hacen contacto mis ojos con el universo que antes no veía. Conectarse...

Déjame pisar tierra firme. Que mi casa está donde estén mi pies.