miércoles, 28 de julio de 2010

Nocturmanía

Los cascos tarareaban en mi tímpano, arañaban fuerte en mis ventanas con "take on me" por bandera. Mientras, el autobus de vuelta a "casa" se disipaba entre la colmena de farolas, las masas de tacones que suenan a viernes noche y las miradas desconocidas acariciando mi nuca.
Como no admitirlo... los días se pisoteaban torpes unos a otros, en el tan apacible del paso del tiempo, las noches conseguían confundirse con los días, se trazaban todos del mismo color, el mismo sabor a calor pegajoso en la piel, minuto a minuto se amontonaban las hojas del calendario,y sobre mi sombrero, seguía brillando un inacabable y oprimiente cielo azul-turquesa.

Extrañamente extraños, se apelmazan los sentimientos sobre mi cerebro de plata, que inevitablemente no entiende de sentimientos y se enmarañan mis neuronas, formando un ovillo de pelusas de debajo de la cama, retales de lo que fuimos y cicatrices de lo que ya no queremos ser, pero inevitablemente fuimos algún día... sentimientos desordenados entre todos mis universos paralelos. El mio, a veces, aún se me resiste.
El monóxido de carbono casi no me dejaba ser yo misma, yo la que elegí ser, yo sin complejos, yo la que se tira al vacio sin pensar si quiera en la posible existencia de un plan B.

Pero la falta de oxígeno, no siempre asfixia.
Mientras mis latidos se habían mostrado temblorosos con cada desajuste inesperado, él había acompasado los suyos a ritmo de una dulce laxitud que me acariciaba los muslos y me hacía ronronear de placer apoyada en su pecho. Él y el mundo pierde el sentido, Él y los miedos resbalan por las escaleras, Él y me salen los ases de debajo de la manga.

No. no habían sido todos iguales, me refiero a los días, me refiero a los minutos que he guardado. Las veces que me hablas despierto mientras duermes, las risas entre sábanas, paseos balanceados por la brisa del mar, que me peinas si te lo pido, Zahara a todo volumen en el coche, fotos en el postoperatorio, y que vengas a las 9...que yo te espero.

La falta de oxígeno, si me llevas del mano en el momento justo, no asfixia.

domingo, 18 de julio de 2010

Tic Tac

La gama de colores permanecía virgen en el cielo. El Sol ardía al rojo vivo, irritado se hacia paso entre las montañas, y bajo ellas, quedaba sumergido en el majestuoso mar. Se deslizaba sigiloso, camino de apagar el interruptor.

Se fundía sin pausa, desprendiendo lilas, rojos, anaranjados, amarillos y verdes hasta que se dilataban sobre los turquesas incesantes de la tela bordada sobre nuestras cabezas, hoy clara, sin nubes.

Atardecer fluorescente. No vuelvas a disfrazarte de rutinarios quehaceres. Para la próxima, guardame una butaca en primera fila.


Desde el acantilado las olas bañaban mis recuerdos que empezaron a rebobinar. Mirando fijamente el horizonte, escuchaba la sal rompiendo en las rocas como un rumor lejano, como si de cantos de sirenas se tratase.

Casi sin avisar, me iba escurriendo en mi atrapante imaginación, me visualizaba egoista, nadando con el mar para mi sola, sumergiendome a la par que lo hacian los rayos, y mis pulmones saliendo diparados a propulsión, cual pastilla efervescente, y una vez en la orilla, que quedase el sabor a jarabe dulzón raspando en mis labios.


El vello se puso en guardía, me encontraba extrañamente sensible y frágil. En carne viva y el simple aire me picaba... Las noches se habían hecho más largas de la cuenta, tanto, que los cubitos de hielo se habián derretido, y pasaban a formar parte de aquel gran azul sublime...




Vacias y a la espera.