lunes, 27 de diciembre de 2010

Para.

Sumergida y absorta. Respirando cada uno de los callejones de Granada, MI Granada... el empedrado del suelo choca torpe con mis suelas de las botas mientras, las manos se impregnan del frío y los nudillos se sonrojan.
Y entre tantas manos llenas de bolsas de la compra y este frío que me aturde, yo, en mitad de Recogidas, me siento más viva que nunca, más consciente que nunca, despierta hoy entre tantos que sueñan con mañana. ¿Qué más puedo desear tener?

Estoy viva, y un sinfín de caminos entreabren sus puertas ante mi... y sabes? me permito hacerlo a mi manera, me permito disfrutar del stand-by en el que me encuentro, pulso el botón de pausa y relentizo mis pensamientos, y ahora sí: SONRIO. Admiro con delicadeza cada una de las posibilidades, jugueteo con ellas y las enredo entre mis dedos, con cuidado, para que no se rompan.

Voy a permitirmelo: Pulsa pause. Fin del colapso mental.

martes, 21 de diciembre de 2010

Feliz Navidad.

Mierda. Otra vez ese nudo en la garganta, conozco esa presión en el pecho, conozco el sabor amargo estallando en mis oídos, y le mundo se derrumba alrededor y yo no puedo hacer nada para evitarlo, mierda,  estoy atrapada en este remolino de sentimientos, de lo que debería, lo que no debería, el bien y el mal, el camino correcto y toda esa mierda... que me caiga del cielo por favor, el camino correcto, que ya no quiero volver a equivocarme, no más.

Ojala pudiera arrancarla fuerte, quitarmela del pecho, porque al paso de los años la espina se hace más fuerte, se alimenta de mis miedos y me hace pequeñita, mientras ella se hace grande, gigante. Pero si pudiera, con todas mis fuerzas agarrarla entre mis manos y tirar fuerte hasta arrancarla, te llevaría a ti con ella, y me duele, no quiero que te vayas,  quédate, y hagamos juntas que la espina desaparezca... como si nunca hubiese existido...

Como si nunca hubiese existido, me lo imagino por un momento... no, no puedo, porque lo intento y me viene a la cabeza el mítico portaretratos de familia feliz, la típica escena de película en la que todos desayunan cereales y tortitas, y él los lleva al colegio y ella se despide desde la puerta. Bah, tonterias.
No se que pretendía, estaba allí en el aeropuerto y la azafata me miraba con expresión extraña. Siempre en dirección contraria, siempre fue rara.

Tengo que despedirme, no se por cuanto tiempo, pero tengo que irme, al menos alejarme hasta donde tu no puedas verme, entiéndeme, lo he intentado mil veces y ya no se de que otra forma hacerlo, no es lo que quiero, no quiero arrancarte fuera de mi con la espina, pero ella se está haciendo grande y me consume, no puedes seguir jugando conmigo así, no de esta forma, y yo no puedo seguir arrastrando esto por más tiempo, me impide avanzar, esta espiral que no para de girar, estoy enfrente de ella en stand-by, y todo me da vueltas, los miedos, tus gritos, tu no-creer en mi, tu forma de tirar la toalla, tu autoprotección que me hace daño, tu hoy sí pero mañana no,  la culpabilidad inamovible pegada a mi espalda... Se acabó. Voy a hacerlo, espero no equivocarme, y aunque aparentemente sea la decisión fácil, no te confundas, es la que tiene más riesgos, la más difícil de llevar a cabo. pero tengo que hacerlo. Por mi. Y por nuestro posible futuro juntas. Por mi manera de no perder la esperanza. Por intentarlo por última vez...

Deséame buena suerte, a mi y a ti, a las dos. Que yo te deseo feliz navidad, la que tu has elegido tener.

sábado, 20 de noviembre de 2010

La lluvia

Respiro hondo. el aire caliente se hace camino hasta mis bronquios, me quema en los oídos. Respiro otra vez. Sentada sin más, entre velas como siempre, dulce incienso el que me baña. Puedo escuchar como fluye mi Qi, se esparce en mil fragmentos y navega en una marea por cada esquina de la casa, y resbala por el suelo de madera hasta vertirse d nuevo en mi pecho. El vello aún se pone en guardia cuando la siento. Como si algo dentro de mi no pudiera creer que algo tan mágico, tan sublime, exista. Como si no pudiera creer que yo fuera digna para sentirlo.
Llueve afuera, la lluvia incesante lo inunda todo, sin prisa, sin calma, entra por cada recobeco barriendo los escombros. Todos se esconden bajo techos, como si no quisieran que la lluvia los desnudase, como si no quisieran que la lluvia se derramase en cada poro y conociese cada pecado, cada inseguridad que tambalea el alma, cada secreto. Yo también me escondo de la lluvia, permanezco perpleja al otro lado del cristal, escuchándola, saboreando el olor a tierra mojada.
Me escondo sí, avergonzada, que no me recorra por Dios, que no se llene de mi y me conozca, que ella ya lo sabe, que esta bipolaridad no es nada buena.
Ella sigue lloviendo y me llama chispeando desde el patio, quiere que mis lágrimas y las suyas sean capaz de mezclarse, que confie en ella, que ella todo lo ve, y todo lo puede limpiar.
Yo permanezco inmóvil, llena de miedos y complejos hasta los bordes. ¿por qué se me hace tan difícil? yo sólo quiero volver a no pensar, volver a fluir...
Abro la puerta, me dirijo hacia arriba, escalón trás escalón hacia la terraza, hacia el punto más alto, donde no haya tejas que me escondan, que el alma se desnude y no haya sombra que la esconda... escalón trás escalón, y veo Palma de fondo, alumbrada por la Catedral, sublime ante mis ojos.
Doy un paso más y por fin la lluvia comienza a recorreme, pasa por todas mis células inquieta, se derrama por todos mis meridianos incesante, y yo comienzo a llorar.
Lloramos juntas, abrazadas como hermanas, y me hace gritar al cielo: "¡Déjame ser como la lluvia! yo sólo quiero fluir como la lluvia..."

domingo, 24 de octubre de 2010

Desde entonces hay quienes la han visto deambulando sola en las calles a altas horas de la madrugada, cogiendo taxis vestida de lluvia, cantando cualquier estribillo que le haga revivir entre tanta rutina...

Temerosa porque ya llega la ansiada fecha, llenemos los platos de rica ignorancia y brindemos con la más barata de las hipocresias............................

martes, 19 de octubre de 2010

5 palabras.

Cinco palabras. Creí haberlas memorizado tiempo atrás, escritas con permanente negro en alguna parte de mi alma, pero fueron olvidadas, como pasa con todo lo importante que rodea mi vida. Olvidar para luego Recordar. Mi Karma.
La examino a ella, que siempre está, ella si que sabe desteñir sonrisas en cada uno de mis desafortunados retales, no se porqué sigue cuidandome, dándomelo todo, no se que ve en mi que le resulte tan fascinante como para arrastrarme enganchada a sus rizos por todo el parque de atracciones hasta llegar a la primera fila de la montaña rusa, me empuja y se tira conmigo a donde nos lleven las vías. Inevitablemente, sin ella, yo no sería yo. Me pregunto que palabra elegiría si tuviera que regalarme una.

Me paro y congelo las lineas y si lo pienso, la suerte me ha acompañado en cada uno de mis días, dejando que un filo de luz se colara por las puertas entreabiertas de mis noches, dejándome dormir.
Llámalo suerte, llámalo X, yo creo que debe ser algún ángel...
Si empiezo a contar la historia desde el kilómetro cero, no me creeríais si me presentara como aquella niña enflaquecida y llorica, que no hacía más que patalear intentando así equilibrar el desequilibrio de su mundo.
Aún así, entre tanto sufrimiento, quedaba una chispa de magia, no recuerdo exactamente como pasó, pero pude seguir los pasos (aún no se por qué o por quién), aprender, caer y reaprender... aprender, caer y reaprender una y otra vez. Sutiles situaciones colocadas estratégicamente, conociendo a personas a la vez que voy saltando escalones. Nivel uno, nivel dos, nivel tres...
Ha habido estrellas que hoy me siguen en mi viaje; al igual que algunas que eran fugaces y se fueron al poco de llegar, dejándome al menos alguna que otra explosión en el cielo que me he ido guardando en los bolsillos.

Entre tantas explosiones y situaciones estratégicas, tan sólo recuerdo dos de las cinco dichosas palabras. Sí, tengo dos, Luchadora y sueños, y aún me quedan otras tres que recordar.

martes, 31 de agosto de 2010

Ahora.

Se pasea esquivando pasar bajo escaleras de aceras, cerrando tijeras abiertas, tocando madera en cada pensamiento infame, arrojando la sal por su espalda y la de sus ajenos, sin embargo adora cruzarse con gatos negros ante sus ojos... por eso de que son gatos.
Ella tira los dados y los interpreta y los reinterpreta como le viene en gana. Que si sale seis se cuenta cinco y si sale cuatro se cuenta seis. Siempre llevando la contraria. Y si el sol le pica a fuego lento en la piel, sube el volumen de sus cascos para no escuchar las vocinas del tráfico.
Ella hace y deshace su mundo, encaja las piezas del puzzle con pegamento del caro, encajen o no. Y si le hacen daño, ella se araña más fuerte en la piel, arrancándose las células a borbotones.
Ella conoce el lenguaje de cada una de las estrellas sólo con observarlas. Lucha contra sus prejuicios para dejarse fluir. Se decepciona a sí misma y tira otra vez. Consciente y realista.

Lo permite por última vez, las habitaciones danzando en su cabeza vivas de recuerdos, tan vivas como muertas están en realidad. Por no haber no queda ni polvo. Volvió ansiosa de un trago del ron de siempre, y sólo encontró espacios en blanco que no era capaz de rellenar y recuerdos caducados.( Tiene gracia, recuerdo los días girando a toda velocidad en mi walkman, Los videoblogs de los que nadie sabe, vivir en emperatriz eugenia y vosotras ahi, conmigo, los veranos sin hacer nada y haciéndolo todo, los inviernos de peli y manta, de salidas y entradas, y almas afines como la tuya, y la luz en mi ventana. )

Basta. Cierra fuerte los ojos y los abre en la inmensidad de sí misma. Recuerda quién es y no olvida que no tiene miedo. Reescribe su guión, tachones sobre lo que debería y no debería eticamente hacer y subrayadores fosforitos sobre sus puntos y sus comas, para que no se le olvide respirar.
Se viste de colores y se prepara para coger un avión, esta vez, de verdad. Renovada, ya huele a playa, ya huele a nuevo.

Un, dos, tres. Se abre el telón.

domingo, 1 de agosto de 2010

La hora del despertar.

Comienzos. El despertador tictactea acompasando el ritmo de mis palpitaciones y un nudo en el estómago impulsa la sangre que se dispara desde mi aurícula izquierda, siento que... se me taladra el pecho.
Suena la alarma. Las legañas y los ronroneos bajo las sábanas se han acabado. Las mañanas de almohadas desgastadas y los días que se estiran, van a brillar por su ausencia.
Es hora de DESPERTAR. En todos los sentidos.

Temprano. Y un montón de almas espolvoreadas aparentemente al azar, se muestran cercanas unas a otras, kilométricamente cerca en cada autobús. Secuestros peninsulares inminentes, y salvavidas ajenos con carteles de "se alquila". Habrá que reaprender a ser valiente.

Imagino mi entrada triunfal. Colisionamos unos con otros y ...catapúm! Lluvia de prejuicios de todos los colores y sobrepeso de expectativas. Habrá que que aprender a frenar en seco, vivir la aventura sin pensar, con todos los contadores a cero.

Respiro hondo. No puedo permitir que se haga dificil, me he deshecho de los grilletes y las cadenas cayeron ya por el sumidero, ahora solo me queda permirle a los segundos que se deslicen por mi piel, que resvalen de entre mis poros y me acaricien como si fueran agua. Confiar en mi. Ser yo... ahora un poco más libre.

Preparativos. La colección de amuletos aún está por estrenar. La miro perpleja, se me escapa de entre las pestañas una mirada repleta de ternura, como un tesoro la guardo en el cajón, sonrio. Aún no la necesito. No para mañana.

Se acabo el tiempo. Buenas noches y buena suerte.

miércoles, 28 de julio de 2010

Nocturmanía

Los cascos tarareaban en mi tímpano, arañaban fuerte en mis ventanas con "take on me" por bandera. Mientras, el autobus de vuelta a "casa" se disipaba entre la colmena de farolas, las masas de tacones que suenan a viernes noche y las miradas desconocidas acariciando mi nuca.
Como no admitirlo... los días se pisoteaban torpes unos a otros, en el tan apacible del paso del tiempo, las noches conseguían confundirse con los días, se trazaban todos del mismo color, el mismo sabor a calor pegajoso en la piel, minuto a minuto se amontonaban las hojas del calendario,y sobre mi sombrero, seguía brillando un inacabable y oprimiente cielo azul-turquesa.

Extrañamente extraños, se apelmazan los sentimientos sobre mi cerebro de plata, que inevitablemente no entiende de sentimientos y se enmarañan mis neuronas, formando un ovillo de pelusas de debajo de la cama, retales de lo que fuimos y cicatrices de lo que ya no queremos ser, pero inevitablemente fuimos algún día... sentimientos desordenados entre todos mis universos paralelos. El mio, a veces, aún se me resiste.
El monóxido de carbono casi no me dejaba ser yo misma, yo la que elegí ser, yo sin complejos, yo la que se tira al vacio sin pensar si quiera en la posible existencia de un plan B.

Pero la falta de oxígeno, no siempre asfixia.
Mientras mis latidos se habían mostrado temblorosos con cada desajuste inesperado, él había acompasado los suyos a ritmo de una dulce laxitud que me acariciaba los muslos y me hacía ronronear de placer apoyada en su pecho. Él y el mundo pierde el sentido, Él y los miedos resbalan por las escaleras, Él y me salen los ases de debajo de la manga.

No. no habían sido todos iguales, me refiero a los días, me refiero a los minutos que he guardado. Las veces que me hablas despierto mientras duermes, las risas entre sábanas, paseos balanceados por la brisa del mar, que me peinas si te lo pido, Zahara a todo volumen en el coche, fotos en el postoperatorio, y que vengas a las 9...que yo te espero.

La falta de oxígeno, si me llevas del mano en el momento justo, no asfixia.

domingo, 18 de julio de 2010

Tic Tac

La gama de colores permanecía virgen en el cielo. El Sol ardía al rojo vivo, irritado se hacia paso entre las montañas, y bajo ellas, quedaba sumergido en el majestuoso mar. Se deslizaba sigiloso, camino de apagar el interruptor.

Se fundía sin pausa, desprendiendo lilas, rojos, anaranjados, amarillos y verdes hasta que se dilataban sobre los turquesas incesantes de la tela bordada sobre nuestras cabezas, hoy clara, sin nubes.

Atardecer fluorescente. No vuelvas a disfrazarte de rutinarios quehaceres. Para la próxima, guardame una butaca en primera fila.


Desde el acantilado las olas bañaban mis recuerdos que empezaron a rebobinar. Mirando fijamente el horizonte, escuchaba la sal rompiendo en las rocas como un rumor lejano, como si de cantos de sirenas se tratase.

Casi sin avisar, me iba escurriendo en mi atrapante imaginación, me visualizaba egoista, nadando con el mar para mi sola, sumergiendome a la par que lo hacian los rayos, y mis pulmones saliendo diparados a propulsión, cual pastilla efervescente, y una vez en la orilla, que quedase el sabor a jarabe dulzón raspando en mis labios.


El vello se puso en guardía, me encontraba extrañamente sensible y frágil. En carne viva y el simple aire me picaba... Las noches se habían hecho más largas de la cuenta, tanto, que los cubitos de hielo se habián derretido, y pasaban a formar parte de aquel gran azul sublime...




Vacias y a la espera.